Andrés, joven provinciano que quedó ciego durante su infancia, viene a la capital con posibilidades de hacerse un transplante y recuperar la vista. A su llegada se hospeda en casa de un viejo amigo de la familia, Rogelio Molinos, quien vive con su hija Marisol. Pronto entre los dos jóvenes se establece una relación que hace que Andrés conciba falsas ilusiones. Paralelamente el joven ciego conoce en una taberna a otro invidente, este de nacimiento, y entre ellos nace una profunda amistad que culminará al quedar encerrados en un vagón del Metro que se dirige fuera de servicio a unas cocheras desiertas.