El trabajo como redactora de una revista lo es todo para la introvertida Dorine Douglas. Un día, la perversa redactora jefe decide recortar gastos y propone a Dorine que trabaje desde su casa a través del correo electrónico. Pero Dorine añora la oficina y, a la vez que monta en el sótano de su casa un despacho, mata accidentalmente a uno de sus compañeros. Al quedar impune el crimen, Dorine alimenta nuevas ansias criminales que le permiten ornamentar su nueva oficina con los cadáveres de sus compañeros.