A los 29 años, Baptiste comprueba en silencio la sensación de no hacer nada con su vida, centrada en un trabajo de encargado en unos grandes almacenes y una vida conyugal desestructurada por el ritmo de Samia que trabaja de noche en las calles de París en un equipo de prevención y detección del Sida. Pero ahí es donde surge lo inesperado, en la persona de Cookie Kunty, con peluca, abrigo de leopardo, maquillaje espectacular, provocación y seducción. Como un hechizo, una ventana que se abre, Baptiste se deja arrastrar por el camino noctámbulo del pequeño grupo de drag queens que rodea a Cookie puesto que también es su oportunidad de iniciar un proyecto fotográfico, su hobby.